El general estadounidense John Joseph Pershing —conocido por su expedición a México en persecución del dirigente revolucionario mexicano Francisco Villa en 1916— estuvo al mando de la Fuerza Expedicionaria Estadounidense (AEF) durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Una vez que Estados Unidos declaró la guerra a Alemania el 6 de abril de 1917, el gobierno estadounidense movilizó a la poderosa AEF y la envió a Francia. Aunque Estados Unidos se unió a las fuerzas aliadas para combatir a Alemania, Pershing insistió en conservar la autonomía de sus tropas. La AEF, que contaba con casi dos millones de soldados en noviembre de 1918, desempeñó un importante papel que influyó en el resultado de la contienda.
La guerra submarina alemana durante 1917 fracasó en su intento de ocasionar la rendición de Reino Unido mediante la destrucción de la flota aliada, de la que los británicos dependían para la obtención de alimentos y suministros. La campaña submarina alemana parecía eficaz en sus comienzos; hacia finales de 1916, los alemanes hundían mensualmente alrededor de 300 toneladas de embarcaciones británicas y aliadas en el océano Atlántico norte; la cifra ascendió a 875.000 toneladas en el mes de abril, por lo que los alemanes estaban seguros de conseguir la victoria en breve. Sin embargo, Gran Bretaña consiguió, desde el verano, restar eficacia a la estrategia alemana siguiendo varios métodos: adoptó un sistema de convoyes en el que las flotas mercantes eran protegidas por destructores y cazasubmarinos, utilizó hidroaviones para detectar a los submarinos, y empleó cargas de profundidad para destruirlos. Al llegar el otoño, los alemanes comenzaron a perder numerosos submarinos, a pesar de que seguían hundiéndose una gran cantidad de barcos aliados. A su vez, las naciones aliadas, especialmente Estados Unidos, construían rápidamente nuevas embarcaciones. El intento alemán de poner fin a la guerra a través de la guerra submarina había fracasado.
SUBMARINO ALEMÁN
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